Arquitectura, sostenibilidad y ética.
Sobre la dirección de las iniciativas necesarias para el
cambio.
Arquitectura, sostenibilidad y ética es
un trinomio que bien pudiéramos decir aglutina disciplinas, prácticas o quizá
principios, sobre los que podríamos plantearnos recae la responsabilidad de
velar, proteger e incluso luchar para afrontar tres conceptos básicos con cuya
debida observación se garantiza el equilibrio necesario y por tanto la
sostenibilidad de la presencia humana sobre el planeta y así, su propio futuro.
Ecología-
Economía-Equidad.
Porque de eso se trata, del futuro de
la simbiosis entre el planeta y la vida humana, una cuestión que no acepta y no
aceptará ningún tipo de hipocresía por parte del ser humano al respecto, una
cuestión que harta de aguardar la reflexión del hombre tras los últimos dos
siglos de extenuante y frenético crecimiento industrial y tecnológico ha
agotado su paciencia y ahora simplemente se muestra como lo que realmente es,
una cuenta atrás, una última oportunidad ajena a modas y corrientes cargadas de
buenas intenciones tan solo en su frívola, y delgada patina superficial.
La cuestión no es ni sencilla ni fácil,
esos tres principios a observar, Ecología-Economía-Equidad, pueden ser
relativamente fáciles de aprender e incluso interiorizar en alguna medida por
el individuo siempre sensible en su razonamiento sobre este tipo de cuestiones.
No obstante frente
a las posibilidades de razonamiento, comprensión e interiorización del
individuo, la cita “la masa es
siempre intelectualmente inferior al individuo aislado”(1), nunca tuvo mas sentido que en este caso y en este momento, y es que el
verdadero problema del ser humano a lo largo de la evolución siempre ha sido
ése, la masa, o en definitiva las diferentes estructuras de su organización en
todos los niveles y poderes que de ella se han derivado y que siempre y cada
vez mas, debido a la complejización de crecimiento exponencial adquirido en el
último siglo, se han convertido en esa criatura indómita a la que llamamos
sistema, que termina por someter al propio individuo por encima, o quizá haya
que decir siempre por detrás, de su tiempo infiltrándose en todas las capas de
la existencia humana, sociedad, cultura, religión y la tan sobrevalorada
economía de hoy.
Los mecanismos de ese macrosistema que
progresivamente se autoabastece de poder a través del control exhaustivo de
todas esas capas en las que interviene, incluye por supuesto la colaboración
pasiva de los individuos que son seleccionados a través de la naturaleza del
propio sistema para gestionarlo, individuos seleccionados precisamente para
optimizar el propio sistema en la misma dirección en la que se mueve abocándolo
siempre hacia el extremo. Los Gestores son solo eso gestores designados para un
“democrático” corto plazo.
Pero la historia nos enseña que esa
monstruosa máquina también ha sido desmontada permanentemente en cada etapa de
la historia, cuando ésta ha llegado a la extenuación, cualquiera que fuese el
motivo que se encontraba en la base del paradigma sobre el que se sustentaba el
sistema en cuestión, por una masa que revelándose contra ese sistema lo hacía
no organizada por el mismo como es obvio, sino como una suma de individuos
movidos por nuevos intereses y conciencias, siendo este el punto que nos
interesa. La suma de iniciativa individual unida y paralela a la radicalización
del sistema vigente en cada momento, ha producido sucesivamente una creciente
conciencia común que termina por impregnar a esas sucesivas capas integrantes del
sistema llegando finalmente a los elementos activos que son decisivos para el
cambio.
Es decir, la toma de conciencia
individual si persiste motivada a menudo por una necesidad (y en este caso la
hay) adquiere valor, dimensión y capacidad al conseguir formar un cuerpo común
como una gran adición de conciencias. Una cuestión diferente será la mesura e
idoneidad de sus decisiones y acciones para cuya valoración entran en juego factores
de subjetividad difícilmente ponderables.
Para otra reflexión pues quedarían
preguntas como ¿qué es lo suficiente? o ¿Dónde se encuentra el límite entre lo
necesario y lo superfluo?. La cuestión la de la subjetividad es imprescindible
de abordar en este necesario proceso que nos llevará ante las puertas de una
nueva época para la humanidad y su relación simbiótica con el planeta, que
habrá de ser marcada necesariamente por las consecuencias de las medidas que
como individuos primero y como masa después, tomemos respecto a la cuestión que
estamos abordando.
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Bibliografía
(1)
Gustave Le
Bon. Psicología de las Masas. Estudio sobre la psicología de las multitudes. Buenos
Aires 2004
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