La perversión de la sostenibilidad.
Conciencia y Ley.
La sostenibilidad, la ecología, en
definitiva “lo verde” hace tiempo que se encuentra presente en nuestras vidas
como ya hemos tenido ocasión de comenta, a consecuencia o mas bien como
reacción a la toma de conciencia surgida entorno al medio ambiente y a raíz de
las apocalípticas crisis energéticas del pasado siglo prueba de una fuerte
dependencia de recursos tan finitos como malignos para nuestro ecosistema a
medio-largo plazo.
Pero como hemos comentado en bastantes
ocasiones esa vocación “verde” hace mucho tiempo que fue perversamente
engullida por el sistema voraz de libre mercado hasta ser puesta a la venta
lista para consumir masivamente de un modo tolerable para los intereses del
propio sistema, ahora en jaque por su unísono acorde económico, a través de una
aterciopelado envoltorio color verde que en ocasiones incluye hasta un lacito legal
que oficializa e incluso promueve la citada perversión para tranquilidad de las
conciencias de “las masas”.
Las leyes del país y los gestores, cuya
responsabilidad es ponerlas en práctica, cargadas de buenas intenciones las
primeras y de buenas expectativas los segundos, pronto se alejan en su
desarrollo y cumplimiento de tales objetivos y con ellas a los ciudadanos
convirtiendo en un sainete infame la incuestionable y quien sabe si quizá última
oportunidad de reacción que tenemos ante nosotros.
Afortunadamente en la base de toda esta
tendencia verde sí que podemos encontrar sólidos cimientos sobre los que
lamentablemente se ha avanzado mal llegando a su vergonzante prostitución. Esto
quiere decir en definitiva que esos principios, los de la sostenibilidad, deben
ser re-extraídos de la base y superando el primer y precipitado entusiasmo, deben
ser analizados en su integridad y puestos en práctica de un modo completa
sincera y realmente eficiente en lo que a todo el proceso se refiere, desde la
concepción pasando por la ejecución y hasta el uso y mantenimiento de la
arquitectura.
La inclusión generalizada de alusiones,
reglamentos y códigos… que con mayor o menor fortuna han contribuido a la
implantación de esta conciencia verde general falsamente satisfecha en todas
las capas de la sociedad, política, economía y cultura, puede no obstante
aprovecharse porque en sí es un paso acertado en la necesaria concienciación
general que a veces acepta actuaciones equivocadas por desconocimiento y/o
inducción por dejación de la responsabilidad de “conocer y dar a conocer” de la
oficialidad que a menudo escoge el atajo pensando en el corto plazo y sus
rentabilidad política.
Esa conciencia general ya existe y está
en marcha, solo hay que reconducirla. El camino para ello es la difusión e
interiorización colectiva de la información real sobre el ecosistema, sus
mecanismos y ciclos y cómo se inserta el hombre y sus actividades en ese ciclo así
como las relaciones que implica, de modo que el giro se debería producir por sí
mismo. Atendiendo al punto de principal preocupación del sistema, a menudo el
coste del actual “envoltorio verde” (que se está dispuesto y concienciado a
asumir) es tan caro o mas que los planteamientos que serían adecuados para
garantizar la sostenibilidad de cada proceso, lo cual facilitará la asunción de
los principios y medidas realmente necesarios tras esa toma de conciencia
definitiva.
Así mismo no debe bajarse la guardia
nunca, pues el riesgo de perversión existirá siempre que a la vez exista un
hombre dispuesto a anteponer un negocio a estos principios por muy insertados
que llegasen a estar, algo que lamentablemente aunque se minimice con la
concienciación general siempre existirá como nos demuestra la historia, ya que
pertenece a la naturaleza humana.
Es lo que conocemos como especulación, ilustrada
solo como un pequeño ejemplo en el tristemente famoso Algarrobico, con el que
sin entrar en valoraciones obvias sobre su ilegalidad y agresión con el medio,
deberíamos reflexionar y aprender para establecer mecanismos que eliminen la
posibilidad de que se encuentren resquicios legales en los que a través de
interpretaciones dirigidas y tendenciosas sea posible aprovechar grietas en el
sistema para dotar de total o parcial legalidad a este tipo de actuaciones.
Bastaría con redactar leyes más claras y desarrollos más específicos de las
mismas, con endurecimiento de los condicionantes y celeridad y contundencia en
las actuaciones previstas para evitar su trasgresión, es decir, bastará con
voluntad real de realizar el cambio necesario y esta voluntad como ya hemos
comentado con anterioridad, llegará inevitablemente de un ascendente clamor
masivo impulsado por la concienciación general para ser acorazado por la ley.
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