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La
forma de proyectar: Arquitectura
“El arquitecto no es ni un artista ni
un técnico. Es alguien que tiene que dar una forma a la sociedad de su
tiempo.”- Mario Botta.-
A lo largo de los años, la arquitectura
ha dado soluciones a los diferentes problemas que se planteaban en un entorno
determinado buscando satisfacer las necesidades del ser humano, a la vez que
respondía a un diseño, a un objetivo, a una forma de proyectar, y a una ética
propia de las creencias, la política, las formas de vida y, al fin y al cabo, de
la sociedad de la época. Así, la arquitectura sirve de espejo de la historia
como reflejo de un espíritu colectivo.
De esta manera la arquitectura se
relaciona con lo humano, siendo a quien presta sus servicios y no se puede
desligar de ella, pues entonces dejaría de tener sentido su presencia. Cada
trazo que el proyectista marca en el papel supone una forma de realizar una
tarea, una forma de trabajar, una forma de moverse, una forma de estar, una
forma de habitar, y en conclusión, una forma de vivir. El diseño de cada punto
de nuestras ciudades y viviendas es lo que marca nuestros estilos de vida, los
estilos de vida de la sociedad que las habita. Así pues, la concepción del
mundo “del momento” es lo que lleva al arquitecto a pensar a la hora de
diseñar, en criterios tales como ¿Para quién?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿por qué?, ¿por
quién? que le guiarán a dar una respuesta posteriormente materializada en un
funcionamiento de ese espacio.
Aunque, en ningún momento se debe dejar
atrás “el lugar”, el diálogo del edificio con el lugar, uno de los aspectos más
importantes que los arquitectos siempre intentaron incluir en su proyecto. Hoy
en día, la tecnología nos permite construir en cualquier punto del planeta,
incluso con situaciones extremas, pero no es la panacea. Es necesario un
estudio que enfoque una identidad del espacio para poder interactuar con un lenguaje,
técnicas, materiales y una estructura que provenga de su propia matriz, y que
posea su propio carácter para dar una solución arquitectónica acorde con lo
exigido por el lugar.
Es decir, se debe tener en cuenta que
lo que se construye no es la construcción en sí misma, sino una relación con el
entorno, pues el uso que se haga de ella afectará al espacio que le acoge.
En la actualidad, la arquitectura ha
perdido cada vez más y más esta conexión con el entorno, teniendo cada vez
menos en cuenta sus condicionantes físicos, aportando soluciones estandarizadas
y ejerciendo un gran impacto sobre la naturaleza, lo que ha derivado en una
calificación de la sostenibilidad de los edificios, cuando en realidad, esta
sostenibilidad debería ser un punto más a tener en cuenta en el diseño tanto de
la arquitectura como del urbanismo. Centrándonos en la realidad actual con
vistas al futuro, en la que la gran parte de lo construido por el hombre (las
ciudades) genera un impacto ambiental mientras se busca minimizar la huella
ecológica, con el fin de encontrar un equilibrio que mejore la calidad de vida,
sin destruir los recursos del planeta. Para ello, quizá la solución más
correcta sería aquella que permitiera crear edificios compactos, a la vez que
ecológicos, en una ciudad compacta, a la vez que con suficientes espacios
verdes que la permitieran respirar. Así, las ciudades probarían ser más
eficientes a la vez que concentrarían el impacto ambiental en un punto,
reduciendo quizá la huella ecológica de la sociedad.
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Bibliografía
Félix Guattari. - Las tres ecologías –.
Ed. Galilée -. 1989.
Juan Luis Domenech. – Huella ecológica
y desarrollo sostenible -. 2007
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