sábado, 19 de octubre de 2013

11 de octubre de 2013. maria jesus gonzalez


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La forma de proyectar: Arquitectura

“El arquitecto no es ni un artista ni un técnico. Es alguien que tiene que dar una forma a la sociedad de su tiempo.”- Mario Botta.-

A lo largo de los años, la arquitectura ha dado soluciones a los diferentes problemas que se planteaban en un entorno determinado buscando satisfacer las necesidades del ser humano, a la vez que respondía a un diseño, a un objetivo, a una forma de proyectar, y a una ética propia de las creencias, la política, las formas de vida y, al fin y al cabo, de la sociedad de la época. Así, la arquitectura sirve de espejo de la historia como reflejo de un espíritu colectivo.

De esta manera la arquitectura se relaciona con lo humano, siendo a quien presta sus servicios y no se puede desligar de ella, pues entonces dejaría de tener sentido su presencia. Cada trazo que el proyectista marca en el papel supone una forma de realizar una tarea, una forma de trabajar, una forma de moverse, una forma de estar, una forma de habitar, y en conclusión, una forma de vivir. El diseño de cada punto de nuestras ciudades y viviendas es lo que marca nuestros estilos de vida, los estilos de vida de la sociedad que las habita. Así pues, la concepción del mundo “del momento” es lo que lleva al arquitecto a pensar a la hora de diseñar, en criterios tales como ¿Para quién?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿por qué?, ¿por quién? que le guiarán a dar una respuesta posteriormente materializada en un funcionamiento de ese espacio.

Aunque, en ningún momento se debe dejar atrás “el lugar”, el diálogo del edificio con el lugar, uno de los aspectos más importantes que los arquitectos siempre intentaron incluir en su proyecto. Hoy en día, la tecnología nos permite construir en cualquier punto del planeta, incluso con situaciones extremas, pero no es la panacea. Es necesario un estudio que enfoque una identidad del espacio para poder interactuar con un lenguaje, técnicas, materiales y una estructura que provenga de su propia matriz, y que posea su propio carácter para dar una solución arquitectónica acorde con lo exigido por el lugar. 
Es decir, se debe tener en cuenta que lo que se construye no es la construcción en sí misma, sino una relación con el entorno, pues el uso que se haga de ella afectará al espacio que le acoge.

En la actualidad, la arquitectura ha perdido cada vez más y más esta conexión con el entorno, teniendo cada vez menos en cuenta sus condicionantes físicos, aportando soluciones estandarizadas y ejerciendo un gran impacto sobre la naturaleza, lo que ha derivado en una calificación de la sostenibilidad de los edificios, cuando en realidad, esta sostenibilidad debería ser un punto más a tener en cuenta en el diseño tanto de la arquitectura como del urbanismo. Centrándonos en la realidad actual con vistas al futuro, en la que la gran parte de lo construido por el hombre (las ciudades) genera un impacto ambiental mientras se busca minimizar la huella ecológica, con el fin de encontrar un equilibrio que mejore la calidad de vida, sin destruir los recursos del planeta. Para ello, quizá la solución más correcta sería aquella que permitiera crear edificios compactos, a la vez que ecológicos, en una ciudad compacta, a la vez que con suficientes espacios verdes que la permitieran respirar. Así, las ciudades probarían ser más eficientes a la vez que concentrarían el impacto ambiental en un punto, reduciendo quizá la huella ecológica de la sociedad.


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Bibliografía

Félix Guattari. - Las tres ecologías –. Ed. Galilée -. 1989.


Juan Luis Domenech. – Huella ecológica y desarrollo sostenible -. 2007

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