lunes, 4 de noviembre de 2013

Victoria fernandez_19 octubre

Estrategias bioclimáticas en el diseño urbano

En un universo inaprensible, la Tierra es el único planeta, que se conoce, que reúne los condicionantes necesarios que permiten la vida y que, alternando diferentes variantes crean los diversos climas que la conforman. Del mismo modo, en entornos que acogen un espacio menor, los factores climáticos se combinan dando lugar a un enclave característico de esa zona que afectará a la manera de habitar del hombre en ella, y que incluso en ocasiones, podría reducirse a espacios tan puntuales como una calle o una manzana, formando los denominados microclimas. A través de ello, el medio estará en contacto directo con el ser humano, relacionándose con él e intercambiando energía por conducción, convección y radiación para llegar a transmitirle sensaciones positivas o negativas.

El espacio al que el arquitecto-urbanista se enfrenta es el espacio en el que el hombre se encuentra expuesto a unas condiciones ambientales existentes, y en el que las sensaciones que obtenga cada individuo dependerá de su propia actividad, de su propia protección térmica, y en definitiva, de un amplio campo de variantes propias a cada ser. Por lo cual, el diseño buscará el confort de la actividad humana y el bienestar de los sujetos, a través del buen uso de las variables climatológicas para generar así, espacios sociales, de relación y de esparcimiento que causando el menor impacto ambiental satisfagan estas necesidades. Para ello, estas variables no sólo deben tenerse en cuenta de forma individual sino también como conjunto, ya que existe una conexión entre ellas que les permite interrelacionarse y actuar de forma beneficiosa o perjudicial en la búsqueda del confort de las personas.

Inicialmente, la radiación solar, como factor genésico para la adquisición de luz y calor, queda reducida a unas horas del día que varían en función de las estaciones. Para un uso correcto de la misma, se deben estudiar las actividades y características de cada espacio para conocer la cantidad de luz y sombra que se precisa en él. De esta forma, en el momento de proyectar el diseño originario, se tendrán en cuenta la topografía, la orientación del espacio y la geometría del entorno que junto con el viento, la vegetación y otros factores permitirá la creación de áreas de verano e invierno dentro de un mismo espacio, evitando zonas abandonadas en determinadas épocas del año.
Se considera también un factor destacable los materiales utilizados, pues influyen en la absorción de calor y la posterior expulsión del mismo, por lo que su uso estará ligado no sólo a una posición que le favorezca (soleada/sombreada) sino también a la elección de un color con capacidad para absorber o reflejar.
Otro aspecto importante es el viento capaz de producir la sensación de una temperatura inferior a la real y provocar un efecto de presión y succión en los edificios. Por ello, su estudio se basará en conocer la dirección del viento y la forma de los edificios que rodean el espacio público para poder adoptar una estrategia determinada de protección y ventilación que no sólo se adapte correctamente a nuestra estancia sino también a una vegetación que deberá estar al mismo tiempo ventilada y protegida.
Se añade a estos factores anteriormente expuestos, el agua como elemento integrante. Se refleja tanto en las precipitaciones como en la humedad del ambiente y permite su equilibrio gracias a estrategias como el uso del suelo permeable, a la vez que favorece una depuración natural. Se combina en gran medida con la vegetación para la regulación de los niveles de humedad y temperatura.
Un último principio determinante en la búsqueda de un confort medioambiental sería la vegetación a diferentes escalas, en relación con el espacio donde se ubica. Las plantas permiten obtener el beneficio que supone la evapotranspiración que junto con su potencial de protección contra el sol y barrera contra el ruido mejora la calidad urbana.

Como conclusión, el estudio del lugar donde se proyecta nos ayuda a conocer las necesidades ambientales a las que como arquitectos debemos responder, buscando el camino más correcto para mejorar el confort de las personas y reducir el consumo energético de los edificios. Para ello, garantizar el aporte de los elementos naturales a nuestro favor, adquiere una importancia mayor gracias a los numerosos beneficios que genera, tanto en el ambiente como en la salud de las personas. Al mismo tiempo permite dar una oportunidad a crear espacios polivalentes que prevengan la aparición de zonas residuales. De esta manera, cada punto de la ciudad se debe llegar a resolver buscando las soluciones más concretas que lo definen, sin olvidar nunca que forma parte de un todo, de una red entrelazada de espacios públicos que conforman el espacio urbanitas.  
-----
Bibliografía


José Fariña. - Manual de Diseño Bioclimático Urbano. Manual de recomendaciones para la elaboración de normativas urbanísticas –. Bragança -. 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario