Estrategias
bioclimáticas en el diseño urbano
En un universo inaprensible, la Tierra
es el único planeta, que se conoce, que reúne los condicionantes necesarios que
permiten la vida y que, alternando diferentes variantes crean los diversos climas
que la conforman. Del mismo modo, en entornos que acogen un espacio menor, los
factores climáticos se combinan dando lugar a un enclave característico de esa
zona que afectará a la manera de habitar del hombre en ella, y que incluso en
ocasiones, podría reducirse a espacios tan puntuales como una calle o una
manzana, formando los denominados microclimas. A través de ello, el medio
estará en contacto directo con el ser humano, relacionándose con él e intercambiando
energía por conducción, convección y radiación para llegar a transmitirle sensaciones
positivas o negativas.
El espacio al que el arquitecto-urbanista
se enfrenta es el espacio en el que el hombre se encuentra expuesto a unas
condiciones ambientales existentes, y en el que las sensaciones que obtenga
cada individuo dependerá de su propia actividad, de su propia protección
térmica, y en definitiva, de un amplio campo de variantes propias a cada ser.
Por lo cual, el diseño buscará el confort de la actividad humana y el bienestar
de los sujetos, a través del buen uso de las variables climatológicas para
generar así, espacios sociales, de relación y de esparcimiento que causando el
menor impacto ambiental satisfagan estas necesidades. Para ello, estas
variables no sólo deben tenerse en cuenta de forma individual sino también como
conjunto, ya que existe una conexión entre ellas que les permite
interrelacionarse y actuar de forma beneficiosa o perjudicial en la búsqueda
del confort de las personas.
Inicialmente, la radiación solar,
como factor genésico para la adquisición de luz y calor, queda reducida a unas
horas del día que varían en función de las estaciones. Para un uso correcto de
la misma, se deben estudiar las actividades y características de cada espacio para
conocer la cantidad de luz y sombra que se precisa en él. De esta forma, en el
momento de proyectar el diseño originario, se tendrán en cuenta la topografía,
la orientación del espacio y la geometría del entorno que junto con el viento,
la vegetación y otros factores permitirá la creación de áreas de verano e
invierno dentro de un mismo espacio, evitando zonas abandonadas en determinadas
épocas del año.
Se considera también un factor
destacable los materiales utilizados, pues influyen en la absorción de
calor y la posterior expulsión del mismo, por lo que su uso estará ligado no
sólo a una posición que le favorezca (soleada/sombreada) sino también a la
elección de un color con capacidad para absorber o reflejar.
Otro aspecto importante es el viento
capaz de producir la sensación de una temperatura inferior a la real y provocar
un efecto de presión y succión en los edificios. Por ello, su estudio se basará
en conocer la dirección del viento y la forma de los edificios que rodean el
espacio público para poder adoptar una estrategia determinada de protección y
ventilación que no sólo se adapte correctamente a nuestra estancia sino también
a una vegetación que deberá estar al mismo tiempo ventilada y protegida.
Se añade a estos factores anteriormente
expuestos, el agua como elemento integrante. Se refleja tanto en las
precipitaciones como en la humedad del ambiente y permite su equilibrio gracias
a estrategias como el uso del suelo permeable, a la vez que favorece una
depuración natural. Se combina en gran medida con la vegetación para la
regulación de los niveles de humedad y temperatura.
Un último principio determinante en la
búsqueda de un confort medioambiental sería la vegetación a diferentes
escalas, en relación con el espacio donde se ubica. Las plantas permiten
obtener el beneficio que supone la evapotranspiración que junto con su
potencial de protección contra el sol y barrera contra el ruido mejora la
calidad urbana.
Como conclusión, el estudio del lugar
donde se proyecta nos ayuda a conocer las necesidades ambientales a las que
como arquitectos debemos responder, buscando el camino más correcto para mejorar
el confort de las personas y reducir el consumo energético de los edificios. Para
ello, garantizar el aporte de los elementos naturales a nuestro favor, adquiere
una importancia mayor gracias a los numerosos beneficios que genera, tanto en
el ambiente como en la salud de las personas. Al mismo tiempo permite dar una
oportunidad a crear espacios polivalentes que prevengan la aparición de zonas
residuales. De esta manera, cada punto de la ciudad se debe llegar a resolver
buscando las soluciones más concretas que lo definen, sin olvidar nunca que
forma parte de un todo, de una red entrelazada de espacios públicos que
conforman el espacio urbanitas.
-----
Bibliografía
José Fariña. - Manual de Diseño
Bioclimático Urbano. Manual de recomendaciones para la elaboración de
normativas urbanísticas –. Bragança -. 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario