lunes, 25 de noviembre de 2013

Urbanismo con perspectiva de género - Alicia Renau Garcia

La ciudad es una construcción cultural con estructuras de poder que configuran e interpretan el espacio. La ciudad es conformada por una diversificación física de infraestructuras, estéticas, accesos… una diversificación cultural, donde los hábitos culturales expandidos dibujan unos u otros usos, diversificación económica, con diferentes rentas, saldos opuestos, diversificación social, genero, edad… La convivencia codo con codo de esta diversificación es asumida y enriquecida por la ciudad o pronunciada y sectorizada, y por ello, el urbanismo, no puede dar la espalda a ninguna de esas diversidades, pero ha quedado notoriamente poco estudiada: hombres y mujeres poseen diferentes posiciones de poder y asumen diferentes roles sociales en el espacio urbano. Esto provoca que las representaciones conceptuales del espacio sean distintas para cada género, y por tanto, el uso que hacen unos y otros del espacio público sea distinto. Esta dualidad no habla de física, sino de la realidad diferencial mental y funcional dentro del desarrollo tanto público como privado, familiar o social. Históricamente la mujer ha desempeñado un papel en el hilo de la reproducción (apoyo a ancianos, educación de niños, tareas domésticas…) que aunque se trata de una trabajo no remunerado aporta a la sociedad tanto o más (psicológicamente) que el papel llevado a cabo por el hombre, que siempre ha sido más productivo (económico). Cuando la mujer, entra en el mercado productivo comienza un camino con doble carga, porque el camino no es intercambiado o compartido por el hombre, sino asumido por la mujer. Mujeres que aceptan esas tareas ocultas, que pocas veces son valoradas y que al final hace que la mujer viva la ciudad encadenando actividades a lo largo del día. Estas actividades que son de labor u obligación social y que requieren un desplazamiento o un tiempo determinado en el día a día. Esta vida laboral y vida familiar enmarcada en un día a día es una realidad para ambos sexos, sin embargo es la mujer la que se ve más afectada. Es interesante por tanto analizar el uso que hacen las mujeres del espacio público, y ponerlo en relación con el uso que hacen los hombres. Las mujeres con rentas bajas y mayores cargas reproductivas son más débiles económicamente y como consecuencia son las principales usuarias de los equipamientos y transporte público. El estudio real de estas circunstancias señala algunas pautas: El transporte público debe responder de manera eficaz al uso pendular más propio masculino (ida y vuelta al trabajo) y al uso poligonal femenino (colegio, centro de salud, comercio, trabajo, hogar…) Accesibilidad y seguridad son esenciales cuando hablamos de mujeres, en mayor medida en edades tempranas y maduras, donde pueden ver reducidos sus desplazamientos por inseguridad (aceras en mal estado, falta de iluminación…) Espacio público como plazas tiendas calles, y lugares como cafés o bares también tienen un papel importante en la interacción social. Vivienda en alquiler con rentas bajas, con tipologías adaptadas, o espacios propios. Actividad económica fomentada con empleos a tiempo parcial. Equipamiento, la asimilación de la periodicidad de cada uno de ellos, los hábitos diferentes deportivos (por ejemplo), la problemática de la absoluta sustitución por equipamientos de esas funciones familiares, o la paulatina desaparición de pequeño comercio de barrio por grandes superficies. Son reglas a valorar que manifiestan la integración social no solo de la mujer, sino de cualquier eslabón vulnerable de la sociedad y la cohesión entre sí. La ciudad y su funcionamiento deben estar al servicio de cada una de las piezas colectivas. Todo un análisis llevado a cabo para la extracción de criterios de diseño de una ciudad segura (pensada para todos) donde no se pueden olvidar conceptos urbanísticos como unidad estructural pero diversificada, señalización, visibilidad, afluencia, vigilancia formal y acceso a ayuda, ordenación y mantenimiento de los lugares, la participación de la comunidad. Y en la vivienda la flexibilidad, que la distribución facilite el trabajo doméstico, diseños limpios, adaptados en movilidad, dimensiones suficientes en habitacion (y de sus armarios), o seguridad en elementos comunes. ----- Bibliografía Urbanismo con perspectiva de género – Unidad de igualdad y género – Junta de Andalucía. La ciudad compratida – Conocimiento afecto y uso – Maria Angeles Durán.

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