DEL SEXISMO EN LA ARQUITECTURA. ARQUITECTURA
DE GÉNERO ( JESUS RAMOS SANTOS)
Las connotaciones lingüísticas de la palabra sexismo nos han dirimido de un
pensamiento anclado en la historia basado en la anulación de la mujer y controlado
por el género masculino, en una cultura burguesa, clasista, genérica,
androcéntrica y misoginia; porque género no significa sexo mujer y hombre, sino
los roles asignados por la sociedad a los sexos, por eso desde la perspectiva
de Simone de Beauvoir en su obra "El segundo sexo" hasta hoy es cuando esta palabra se carga de significado
no por las desigualdades de la mujer sino por sus diferencias, pues ya nadie
puede negar su contribución y participación en la vida pública y social como
catalizadoras de grupos que normalmente aparecen ocultos en la planificación y
en la gestión de la ciudad.
Vemos, pues, cómo desde la arquitectura tambien se ha seguido las
mismas huellas y ha sido pensada por y para los hombres, y cuando las mujeres querían
identificarse con el espacio, con la vivienda, con la ciudad, se encontraban
que estaban “huérfanas” de un pasado, sin historia, sin referencias, es decir
viviendo en un marco impuesto y del que no han sido conscientes ni ellas mismas.
Ya Le Corbusier decía que “la Arquitectura se ocupa de la casa normal y
corriente, para hombres normales y corrientes” y tanto Le Corbusier como Loos,
seguían el principio de Alberti: “ ... el hombre como modo y medida de todas
las cosas”. Una curiosidad, históricamente los hombres utilizaban los balcones
y terrazas para izar sus banderas y las mujeres iban a los lavaderos para
comunicarse y relacionarse y esto fue posteriormente incorporándose a la
vivienda como lugar desvalorizado en el trabajo doméstico. En definitiva, se ha
visto la evolución del mundo a través solo de ojos masculinos, desprestigiando
todo adjetivo femenino.
Frente
a esto debemos reconocer que el espacio
no tiene sexo, su valoración se hace a través de quien hace uso de él; el
espacio no es neutral y denota quién y cómo lo ocupa, además de estar relacionado
con el poder económico, cultural y social; porque hombres y mujeres perciben de
manera distinta el espacio y su entorno, y eso impacta en la producción
arquitectónica, y es por eso por lo que debemos basar nuestros planteamientos,
como arquitectos, en las distintas realidades que nos diferencian. Con esto no
estoy diciendo o reivindicando la igualdad de género, que sé es un derecho
humano básico, sino promoviendo una crisis en el pensamiento arraigado en las
desigualdades para retomar un nuevo camino como aproximación a una política de
justicia social y por supuesto de género.
Eva
Kail ha estado preocupada por estas cuestiones desde los años 80 cuando se dió
cuenta de que las ciudades estaban planificadas por diseñadores que no eran
conscientes de las necesidades reales de sus habitantes y, en particular, del
punto de vista y las necesidades específicas de las mujeres. Zaida Muxí apunta
que es cierto que a los hombres se le asigna la parte productiva y pública
mientras que a las mujeres han de cuidar de la reproducción y la vida privada,
pues , lo productivo es “lo principal”, lo que se paga y valora; lo
reproductivo no es tan valorado, y es por eso por lo que dichas actividades se
han separado siempre. Comenta Eva: “Es tiempo de que nos ocupemos no sólo de la
casa y el apartamento, la espera femenina tradicional, sino del conjunto total
de la ciudad” y específicamente del espacio público, pues este espacio público
muchas veces no está pensado para estas actividades reproductivas, no hay
aceras de calidad, no están señalados los cambios de nivel, no se piensan en las
personas con discapacidad y tambien la dificultad para acceder a muchos
lugares. Jan Gehl se centró en mejorar la calidad de vida urbana por reorientar
el diseño de la ciudad hacia los peatones y ciclistas.
Está
claro que cada vez se han ido abordando más proyectos con sensibilidad de
género, sería un éxito si los políticos se animasen a promover el diseño de
espacios públicos teniendo en cuenta también las necesidades específicas de los
más débiles como niñas y mujeres. Otro éxito notable sería la concienciación
pública de las necesidades de los peatones y los temas sobre seguridad; las ciudades
de recorridos cortos o el concepto de ciudad compacta, cuyo uso y optimización
es un tema típico de género; también, la discusión sobre la buena calidad de
las infraestructuras de corte social. Carlos Hernández Pezzi apunta: Debemos
basar nuestro espacio público como un espacio de derechos y deberes,
tambien como un espacio físico y virtual,
accesible, poroso y por supuesto inteligente , sin brechas y proponiéndonos
como fundamento y objetivo la ciudad interactiva. Uno de los mayores obstáculos
que enfrentan para lograr un desarrollo humano sostenible es la persistencia de
la desigualdad en las oportunidades que se dan a nivel de las clases sociales,
de diferencias étnicas, entre lo urbano y lo rural y entre hombres y mujeres. La
materialización de todos estos intereses transforman el espacio público y por
consiguiente la ciudad.
El siglo XXI trae mucha esperanza y será
importante tener la creatividad y flexibilidad para dar el espacio a nuevas
reivindicaciones que ponen sobre el tapete múltiples expresiones de diversidad
identitaria y social y que nos acercarán a una sociedad más democrática y más
moderna.
Bibliografía
(1)
Urbanismo con
perspectiva de género. http://www.juntadeandalucia.es/.../files/documentos/98.pdf
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