jueves, 21 de noviembre de 2013


DEL SEXISMO EN LA ARQUITECTURA. ARQUITECTURA DE GÉNERO ( JESUS RAMOS SANTOS)

                Las connotaciones lingüísticas de la palabra sexismo nos han dirimido de un pensamiento anclado en la historia basado en la anulación de la mujer y controlado por el género masculino, en una cultura burguesa, clasista, genérica, androcéntrica y misoginia; porque género no significa sexo mujer y hombre, sino los roles asignados por la sociedad a los sexos, por eso desde la perspectiva de Simone de Beauvoir en su obra "El segundo sexo" hasta hoy  es cuando esta palabra se carga de significado no por las desigualdades de la mujer sino por sus diferencias, pues ya nadie puede negar su contribución y participación en la vida pública y social como catalizadoras de grupos que normalmente aparecen ocultos en la planificación y en la gestión de la ciudad.

       Vemos, pues, cómo desde la arquitectura tambien se ha seguido las mismas huellas y ha sido pensada por y para los hombres, y cuando las mujeres querían identificarse con el espacio, con la vivienda, con la ciudad, se encontraban que estaban “huérfanas” de un pasado, sin historia, sin referencias, es decir viviendo en un marco impuesto y del que no han sido conscientes ni ellas mismas. Ya Le Corbusier decía que “la Arquitectura se ocupa de la casa normal y corriente, para hombres normales y corrientes” y tanto Le Corbusier como Loos, seguían el principio de Alberti: “ ... el hombre como modo y medida de todas las cosas”. Una curiosidad, históricamente los hombres utilizaban los balcones y terrazas para izar sus banderas y las mujeres iban a los lavaderos para comunicarse y relacionarse y esto fue posteriormente incorporándose a la vivienda como lugar desvalorizado en el trabajo doméstico. En definitiva, se ha visto la evolución del mundo a través solo de ojos masculinos, desprestigiando todo adjetivo femenino.

       Frente a esto debemos reconocer que  el espacio no tiene sexo, su valoración se hace a través de quien hace uso de él; el espacio no es neutral y denota quién y cómo lo ocupa, además de estar relacionado con el poder económico, cultural y social; porque hombres y mujeres perciben de manera distinta el espacio y su entorno, y eso impacta en la producción arquitectónica, y es por eso por lo que debemos basar nuestros planteamientos, como arquitectos, en las distintas realidades que nos diferencian. Con esto no estoy diciendo o reivindicando la igualdad de género, que sé es un derecho humano básico, sino promoviendo una crisis en el pensamiento arraigado en las desigualdades para retomar un nuevo camino como aproximación a una política de justicia social y por supuesto de género.

       Eva Kail ha estado preocupada por estas cuestiones desde los años 80 cuando se dió cuenta de que las ciudades estaban planificadas por diseñadores que no eran conscientes de las necesidades reales de sus habitantes y, en particular, del punto de vista y las necesidades específicas de las mujeres. Zaida Muxí apunta que es cierto que a los hombres se le asigna la parte productiva y pública mientras que a las mujeres han de cuidar de la reproducción y la vida privada, pues , lo productivo es “lo principal”, lo que se paga y valora; lo reproductivo no es tan valorado, y es por eso por lo que dichas actividades se han separado siempre. Comenta Eva: “Es tiempo de que nos ocupemos no sólo de la casa y el apartamento, la espera femenina tradicional, sino del conjunto total de la ciudad” y específicamente del espacio público, pues este espacio público muchas veces no está pensado para estas actividades reproductivas, no hay aceras de calidad, no están señalados los cambios de nivel, no se piensan en las personas con discapacidad y tambien la dificultad para acceder a muchos lugares. Jan Gehl se centró en mejorar la calidad de vida urbana por reorientar el diseño de la ciudad hacia los peatones y ciclistas.

       Está claro que cada vez se han ido abordando más proyectos con sensibilidad de género, sería un éxito si los políticos se animasen a promover el diseño de espacios públicos teniendo en cuenta también las necesidades específicas de los más débiles como niñas y mujeres. Otro éxito notable sería la concienciación pública de las necesidades de los peatones y los temas sobre seguridad; las ciudades de recorridos cortos o el concepto de ciudad compacta, cuyo uso y optimización es un tema típico de género; también, la discusión sobre la buena calidad de las infraestructuras de corte social. Carlos Hernández Pezzi apunta: Debemos basar nuestro espacio público como un espacio de derechos y deberes, tambien  como un espacio físico y virtual, accesible, poroso y por supuesto inteligente , sin brechas y proponiéndonos como fundamento y objetivo la ciudad interactiva. Uno de los mayores obstáculos que enfrentan para lograr un desarrollo humano sostenible es la persistencia de la desigualdad en las oportunidades que se dan a nivel de las clases sociales, de diferencias étnicas, entre lo urbano y lo rural y entre hombres y mujeres. La materialización de todos estos intereses transforman el espacio público y por consiguiente la ciudad.

       El siglo XXI trae mucha esperanza y será importante tener la creatividad y flexibilidad para dar el espacio a nuevas reivindicaciones que ponen sobre el tapete múltiples expresiones de diversidad identitaria y social y que nos acercarán a una sociedad más democrática y más moderna.

Bibliografía

(1)     Urbanismo con perspectiva de género. http://www.juntadeandalucia.es/.../files/documentos/98.pdf
(3)     Los espacios públicos desde la perspectiva del género. Carmen V. Velásquez M. de González

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