LA CADUCIDAD EN LA ARQUITECTURA ( Jesús Ramos Santos)
Frente al discurso
lógico de mostrar las distintas ventanas que tienen que ver con la ecología,
Andrès Perea nos muestra un discurso ilógico, un alegato a favor de la
caducidad en la arquitectura, aseguraba que no había vuelta atrás y que “el
paradigma positivista lógico ha quedado envuelto por el paradigma de la
complejidad” la cual busca gestionar la fractalidad, es decir la capacidad de
adaptación. Se transforma por tanto el pensamiento y pasa de ser lógico y
lineal, a un pensamiento complejo, donde la caducidad de los materiales y la
arquitectura pasan a ser material creativo para el proyecto. A partir de este
pensamiento complejo se establece la pregunta de que si la arquitectura será
desmontable y ligera, en la cual la suma de las partes sea más que el todo en
sí, donde no haya lógica definida; pues en esta ápoca de crisis los medios de
comunicación provocan a la arquitectura, no la destrozan, donde “la verdad es
lo que circula” y que el futuro de la arquitectura será temporal y efímera está
claro.
Este nuevo enfoque da un paso más a la
posibilidad real de una ciudad mutable de lugares imprevisibles, con una
cultura local y con una corresponsablidad del arquitecto como ciudadano y como
especialista a través de una arquitectura de tecnología soft, en una
construcción con fecha de caducidad. El discurso de Andrés Perea es un alegato
en contra de actuaciones en nuestra ciudad como la plaza de la Encarnación de
Sevilla, la calificaba de hiperfuncional, torpe, espacio represivo,
extravagancia formal…, el ser humano es imprevisible y en el siglo XXI debemos
plantear espacios para desarrolar actividades que a priori no podemos idear.
Por respetar los árboles existentes y acondicionarlos con macetas y farolas no
se humaniza un lugar. En su proyecto para el concurso de esta plaza en 2004
proponía un plano inclinado que resolvía la relación del viario urbano con el
nivel inferior del recinto, un jardín arqueológico acotado por pantallas de
hormigón, que constituye un auténtico ”pórtico o atrio” de acceso al parque desde
el entorno urbano. Defendía su actuación en Sevilla con una frase magistral: ”Amar
las preexistencias sobre todas las cosas”, las preexistencias son
fundamentales, sin ellas no hay sostenibilidad.
Por
tanto Andrés Perea nos propone nuevos ingredientes para la realidad actual, en
la que más que nunca es necesario aplicar teorías de diversas disciplinas en un
proyecto, perseverando en la búsqueda del ciudadano activo. Uno puede estar de
acuerdo con él en que la arquitectura sea “la fiesta de la existencia en un escenario
de enorme incertidumbre”, porque es cierto que todo trabajo bien hecho es una
fiesta y más la profesión de arquitecto, pero todos tenemos bastante claro que
la fiesta hace tiempo que se ha acabado y que se complica averiguar qué viene
después. Por eso, en medio de tanto juicio cabal cuando se aboga por la
temporalidad ineludible de la futura arquitectura uno se pregunta si no se
estará confundiendo la vanguardia con la moda, sobre todo ahora que la primera
parece sufrir de timidez a la hora de aflorar y la segunda, sin embargo, parece
invadirlo todo con sus vertiginosos ciclos de producción.
Andrés
Perea plantea además que para idear arquitectura avanzada, él necesitaba
diseñar en un estado de libertad total y que la causa-efecto ha desaparecido:
“vivimos abocados a una arquitectura de tiempos breves”. La inexorable
temporalidad de la arquitectura de la que nos hablaba en clase se realiza en su
proyecto del Pabellón de Italia en el cual planteaba un gran pabellón como
centro de investigación tecnológico pero no una tecnología dura o paleotécnica
sino una tecnología blanda, por eso será necesaria una nueva revolución
tecnológica y estética para poder hablar de la caducidad de la Arquitectura
Moderna; pues un edificio Moderno se analiza desde su respuesta al programa
(usuarios), ambiente, tecnologías aplicadas (construcción) y sentido de la
forma. Cuando se pretende utilizar estos parámetros para revisar nuestra
arquitectura pasada, no se contestan sino solamente con respuestas subjetivas y
hasta afectivas. Este pensamiento lo desarrolla el catedrático Antonio
Fernández Alba de que la arquitectura es más que nunca un problema de
construcción del espacio y no un problema de representación del espacio, y desde
este enfoque planteaba de que el estilismo está muerto y lo moral deja paso a
la condición mágica del trabajo del arquitecto.
La
enajenada situación normativa actual que tortura el trabajo proyectual, y el
cada vez más torpe corrimiento de las normativas hacia la cultura de las
prescripciones; urbanísticas, constructivas, etc., y actualmente las
medioambientales, gravita innecesariamente sobre los procesos de investigación
aplicada que emergen de objetivos ecológicos. Por eso hay que construir un nuevo paradigma entre todos tanto en lo
sociológico incrementando la accesibilidad
perceptiva y participativa del ciudadano, como en lo ecológico profundizando en
las prescripciones energéticas y medioambientales con la transversalidad
disciplinar y política que ello conlleva, y finalmente en lo cultural porque la
extensión del entorno desde lo natural y lo urbano al entorno NET supone construir
nuevas culturas, nuevos lenguajes y códigos, y nuevas relaciones entre todos.
Bibliografía
(1) Arqueologìa del futuro: arquitectura con fecha de
caducidad desde 1968.
(2) Conferencia de Andrés Perea por Paula Palacios.http://paupalamen5.wix.com
(3) Artículo periodístico : Cuánto debe
durar un edificio. Anatxu Zabalbeascoa| 27 de
mayo de 2013
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